La desinformación en salud aumenta la reticencia vacunal

La reticencia vacunal crece como consecuencia de la desinformación y la infodemia. Así lo analiza una revisión de estudios realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la que se advierte de los peligros que puede tener para la salud la difusión de bulos en internet, sobre todo en momentos de brotes y pandemias. Durante las crisis sanitarias los ciudadanos acuden a los diferentes medios digitales en busca de información. Sin embargo, tal y como apunta el informe de la OMS, es habitual encontrar una gran cantidad de noticias que carecen de veracidad.

Por ello, se pone el foco en el exceso de información y la difusión de noticias falsas como causantes de efectos negativos en la salud y el comportamiento de la población. La información leída puede condicionar la opinión de las personas, por lo que la OMS hace referencia a diferentes peligros causados por la desinformación, todos ellos relacionados con la salud de los ciudadanos.

En España, 23 de cada 100.000 habitantes rechazaron la vacuna contra el COVID-19, según los datos del Registro de Vacunación contra el COVID-19 publicados en el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2020-2021 del Ministerio de Sanidad. Además, este informe apunta que la mayoría de los que se opusieron a vacunarse eran mayores de 80 años.

En el Design Thinking sobre Reticencia Vacunal organizado por el Instituto #SaludsinBulos e ISGlobal se analizó el problema y se hizo referencia a la falta de información de las personas. Aquellos que buscan las noticias en las redes sociales no contrastan y amplían la información. Por ello, se establece la necesidad de enviar mensajes inequívocos en un titular.

También cabe destacar los problemas psicológicos que pueden derivar de leer noticias que no son verdaderas pero cuya información desata el pánico de los lectores. Esto produce también un aumento de la fatiga mental y física de la población, según menciona el informe de la OMS.

Efectos negativos de la desinformación

Además de los problemas de salud mental y la reticencia vacunal, la desinformación en salud puede provocar otras consecuencias negativas que afectan al comportamiento de las personas y al correcto desarrollo de la sociedad y del sistema sanitario. Se distorsiona la evidencia científica y se utilizan opiniones de personas que no son especialistas para contradecir la información científica.

Por otra parte, la desinformación e infodemia en salud también afecta al ámbito político. Puede generar desconfianza tanto en los gobiernos como en los sistemas públicos de salud, por lo que se puede crear un entorno conflictivo. Además, a nivel sanitario, puede afectar a la óptima utilización de recursos y a la calidad de la asistencia médica.

La desinformación ocupa una gran parte de las noticias relacionadas con salud. El informe de la OMS afirma que el 51% de las noticias relacionadas con vacunas contienen información equivocada. Lo mismo ocurre con el 28,8% de las publicaciones sobre COVID-19 y el 60% de las noticias sobre pandemias. Durante la campaña de vacunación del COVID-19 fueron diferentes los bulos que se difundieron y pusieron en duda la seguridad y eficacia de las vacunas.

¿Cómo combatir la infodemia y la desinformación?

Desde la OMS se hace referencia a diferentes alternativas para actuar contra la desinformación. Destaca la creación de campañas de sensibilización y concienciación, así como la publicación y difusión de noticias de calidad basadas en evidencia científica. Para ello, la OMS se centra en el papel que deben realizar expertos y profesionales sanitarios para desmentir noticias falsas, publicar información veraz e indicar cuales son aquellas fuentes fiables para informase sobre temas sanitarios. Desde #SaludsinBulos lo hacemos gracias a nuestra gran red de cazabulos y colaboradores con más de 70 sociedades científicas implicadas.

 

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