Cómo quisiera poder vivir sin aire…Pues una premisa similar a esta, a todas luces absurda e incompatible con la vida, es la que proponen algunos influencers con respecto a la necesidad de ingerir agua.
Es un planteamiento tan absurdo que ni merecería la pena tratar de desmentirlo, igual que si alguien propone vivir sin oxígeno, no tiene sentido pretender rebatirle. Pero se da el caso de que, cuando son personas con miles o millones de seguidores en redes sociales, actúan como prescriptores y una parte de su audiencia es posible que pretenda seguir esa propuesta, impulsados por el anhelo de parecerse a esos ídolos. Es lamentable que sean tan inconscientes y no muestren la más mínima responsabilidad ante un público que puede ser vulnerable y que les ve como figuras de autoridad.
En un entorno de sobreinformación, son los mensajes superlativos, novedosos o impactantes los únicos que son capaces de despertar cierto interés, y la atención es el bien más preciado en nuestros días.
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Calidad del agua
Lo primero que hay que hacer, por pura responsabilidad, es desmentir cualquier rumor sobre la calidad del agua. Sea el agua corriente que sale del grifo de casa, o agua embotellada.
Tenemos la suerte de que en nuestro entorno podemos disfrutar de agua potable en cualquier momento (y quizá por eso, frivolizamos sobre ella). El último Informe sobre la calidad del agua de consumo humano en España, publicado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social en 2018, muestra que el 99,5% del agua es apta para consumo. Es más, no solo es apta desde el punto de vista químico y microbiológico, sino que entre el 98, 98% y el 99,98% han sido conformes para distintos parámetros organolépticos (color, olor, sabor, turbidez). Es decir, que además de no transmitir enfermedades ni suponer un riesgo de intoxicación química, el agua sabe bien.
Agua embotellada
Sobre el agua embotellada, la legislación también le exige que cumpla determinados parámetros de calidad y seguridad. El Real Decreto 1798/2010 regula la comercialización de las aguas embotelladas, tanto de las minerales naturales (aquellas microbiológicamente sanas que tengan su origenen un estrato o yacimiento subterráneo y que broten de un manantial o puedan ser captadas artificialmente mediante sondeo, pozo, zanja o galería, o bien, la combinación de cualquiera de ellos), como de las aguas de manantial (las de origen subterráneo que emergen espontáneamente enla superficie de la tierra o se captan mediante labores practicadas al efecto, con las características naturales de pureza que permiten su consumo; características que se conservan intactas, dado el origen subterráneo del agua, mediante la protección natural del acuífero contra cualquier riesgo de contaminación).
Y sobre las botellas y los materiales en contacto con los alimentos, la Unión Europea tampoco es la ciudad sin ley. Su utilización está regulada. Para que un material sea autorizado, tiene que ser previamente evaluado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, que lo somete a las peores condiciones teóricas posibles, para comprobar que es seguro, que no se produce la migración de compuestos del material al alimento, que no cambia la composición del producto y que no produce alteraciones en sus características organolépticas. Además, se reevalúan en base a la evidencia científica más actualizada y pueden restringirse o prohibirse.
Agua de los alimentos
En relación a la posibilidad de obtener agua solo a partir de los alimentos, parece un enfoque extremo en contraposición al mensaje que hemos recibido siempre de que hay que “beber 2 litros de agua al día”. El planteamiento de los dos litros al día ha sido desmentido porque cada persona puede tener necesidades diferentes según su composición corporal, actividad, estado fisiológico y dieta (puedes leer una argumentación con evidencias científicas sólidas en este texto de mi admirado divulgador Juan Revenga) y guías alimentarias actualizadas como el Plato de Harvard indican que las personas sanas pueden guiarse por las señales de sed para mantener su estado de hidratación. Hay que subrayar que esto no es así en personas mayores, personas con alteraciones cognitivas, enfermos, niños pequeños, y deportistas, que sí deben emplear otras estrategias para garantizar su hidratación.
Pero el mensaje opuesto de que se puede permanecer hidratado sin beber, también es erróneo y no puede darse para la población general porque es muy complicado obtener todo el agua a partir de alimentos (a menos, claro está, que estos influencers estén “haciendo trampa” y se refieran solo a beber agua pero sí estén ingiriendo otros líquidos como infusiones o bebidas refrescantes).
Si en la dieta hay alto contenido de alimentos ricos en agua, será necesario beber menos. Pero estos alimentos con gran cantidad de agua tendrán, por el contrario, poca densidad nutricional, así que habría que comer grandes cantidades de comida para cubrir todos los requerimientos energéticos y nutricionales.
Dieta extrema
Para ver un ejemplo muy gráfico, las frutas y las verduras son los alimentos que más contenido en agua tienen. La sandía es un alimento muy rico en agua, tiene aproximadamente un 95%. Para conseguir tomar 1,5-2 litros de agua a partir de ella, tendríamos que comer entre 1,6 y 2,1 kilos al día. Es cierto que podemos combinarlos con otras frutas, pero ya tendrán un porcentaje de agua menor (es la manzana, por ejemplo, es de un 86%) y habrá que comer más cantidad.
A estos volúmenes de frutas, tenemos que sumarle el resto de alimentos necesarios para cubrir las necesidades diarias. Es posible hacerlo, pero dificulta mucho la dieta sin ningún sentido: el agua de los alimentos también es agua, con la misma estructura química que la del grifo y el mismo recorrido en nuestro organismo -digestión del alimento en el estómago, absorción del agua en el intestino y paso a la sangre, filtración de la sangre en los riñones-, así que si el objetivo es no tomar agua, tampoco se cumple.
En definitiva, otra dieta que llama la atención por extrema, que mezcla mensajes conspiranoicos sobre la toxicidad del agua de bebida y que solo consigue perpetuar mitos y desinformar a población vulnerable.