Desde el comienzo de la pandemia de la covid-19, se han generado debates continuos en las redes sociales, e incluso, teorías conspiranoicas. Una de las teorías más populares es la vinculación de la llegada del 5G con la propagación del coronavirus. Tales acusaciones, han llevado a grupos radicales creyentes de esta teoría a quemar las torres del 5G en el Reino Unido. Para conocer en profundidad cómo se han desarrollado estas teorías en las redes sociales, se ha realizado un estudio por Wasim Ahmed, Josep Vidal- Alaball, Joseph Downing y Francesc López Seguí. El objetivo de este estudio es el conocimiento sobre los factores que impulsan esta teoría que vincula el 5G con la covid-19 y una serie de estrategias para poder hacer frente a la desinformación.
En una entrevista realizada a Josep Vidal, jefe del Instituto Catalán de la Salud y uno de los investigadores en el estudio, revela no haber encontrado el punto de partida de esta teoría. “Hace años circulaba una teoría de que el 5G era perjudicial para la salud a nivel psicológico, pero hasta el coronavirus no se había hablado de efectos físicos. Con la llegada del coronavirus, alguno de los grupos conspiranoicos de esa teoría, haría la relación de estas dos cuestiones”.
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Desarrollo del 5G y pandemia
Según Josep Vidal en las teorías de la conspiración, es habitual que cuando dos eventos coinciden en el tiempo, los vinculen. “El hecho de que el 5G se haya desarrollado al mismo tiempo de la pandemia es casualidad”. Añade que para demostrar que tienen relación estos dos factores haría falta algo más que el hecho de que en China haya 5G y es donde naciera el coronavirus, es decir, se tendría que demostrar una relación directa.
“Si lo buscas, también puedes encontrar que la gripe de 1918 era porque se iniciaba el uso masivo de teléfonos. En definitiva, si quieres siempre puedes encontrar algún tipo de relación entre dos cosas.”
Por otro lado, sería difícil desde un aspecto científico demostrar que hay un riesgo en la salud debido a la exposición al 5G. Para rebatir esto se tendrían que hacer unos estudios durante 20 años y ver si ha afectado. Los efectos de esto serían a muy largo plazo por lo que dificulta el experimento. Asimismo, se deberían de tener en cuenta otros factores que influyen en ese estudio. “Por ello esta cuestión no es tan fácil de rebatir, todo el mundo ve desde el plano científico que no es posible pero para demostrarlo en un sentido o en otro, es complicado”, añade.
Al finalizar el estudio, observaron que las personas en redes sociales estaban divididas en tres sectores. Un tercio creía realmente en esta teoría de la conspiración, otro tercio no lo creía pero quería hablar sobre el tema por redes sociales y el otro tercio que participó en los hashtags lo hizo a modo de broma. Fuera cual fuera el motivo estaban ayudando a la difusión de esta teoría, haciendo retuits o utilizando los hashtags, lo que estaban haciendo en definitiva era potenciar más la difusión de esta teoría.
“Es lo que suele pasar en este tipo de campañas, desatan interés periodístico y hace que se vaya creando una bola de nieve que hace que se propague más.”
La desinformación en redes sociales se está convirtiendo cada día en un problema más grave y serio. Por esta razón, es importante obtener información por fuentes fiables, es decir, personas con autoridad en la materia, como un científico, e instituciones tanto internacionales como nacionales.
Para conocer más sobre este estudio visita https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32352383/