Cerveza y dolor

Un artículo aparecido en una revista dedicada a la mujer sugiere que la cerveza podría ser útil para aliviar el dolor. Fundamentan esta afirmación en un artículo de revisión y metanálisis publicado por Trevor Thompson y otros autores.

Pero si leemos el artículo de revisión con detalle vemos que en ningún momento habla de la cerveza, sino del alcohol. Y además los autores afirman que (1) para conseguir un efecto de alivio del dolor una persona tendría que tomar por lo menos 45 a 60 gramos de alcohol, es decir 5-6 consumiciones de una vez y alcanzar una concentración de alcohol en la sangre superior a la que se considera límite legal para conducir. (2) El consumo continuado de alcohol puede producir un efecto de TOLERANCIA, de manera que la misma cantidad hace cada vez menos efecto y para mantener la misma intensidad del efecto habría que ir aumentando la cantidad progresivamente. (3) El consumo continuado de alcohol, en cantidades progresivamente crecientes, aumenta el riesgo de desarrollar una ADICCIÓN al alcohol. Y (4) cuando una persona ha desarrollado adicción al alcohol e intenta reducir su consumo se produce un REBOTE de los síntomas que intentaba aliviar bebiendo alcohol.

Finalmente, entre las conclusiones de dicha revisión, los autores reconocen que, para aliviar su dolor, una persona tendría que hacer un consumo excesivo de alcohol, según los criterios de la Organización Mundial de la Salud, lo cual aumenta la probabilidad de sufrir consecuencias negativas a corto y a largo plazo. Por estos motivos, los mismos autores de esta revisión aconsejan utilizar otras alternativas para las personas que sufren dolor, tales como el ejercicio físico continuado, fisioterapia y prescripción de medicamentos calmantes del dolor por parte de un médico.

Alcohol y analgésicos

Otro problema a tener en cuenta son las posibles interacciones perjudiciales que tienen las bebidas alcohólicas cuando una persona toma medicamentos analgésicos (calmantes del dolor) y con las pastillas tranquilizantes, tales como (1) una mayor sobrecarga o enfermedad del hígado, del alcohol asociado al paracetamol, (2) mayor riesgo de hemorragia del tubo digestivo o en el cerebro con alcohol y aspirina o ibuprofeno y (3) mayor  sedación y riesgo de sobredosis con alcohol y los calmantes parecidos a la morfina, los tranquilizantes o las pastillas para dormir. Por estos motivos no es conveniente tomar cerveza ni otras bebidas alcohólicas cuando una persona tiene que tomar medicamentos calmantes del dolor, tranquilizantes o pastillas para dormir.

Por otro lado, el síntoma dolor puede ser una señal del organismo que nos está advirtiendo de alguna enfermedad subyacente, como por ejemplo una infección. Cualquier calmante del dolor  puede aliviar transitoriamente el dolor. Pero no cura la enfermedad que se encuentra detrás y que es la causa de dicho dolor. Si además se trata de una infección, el alcohol no sólo no va a mejorar la infección sino que puede producir una disminución de las defensas inmunitarias del organismo, e incluso un empeoramiento de cualquier proceso infeccioso y, como consecuencia, un aumento del dolor relacionado.

Enfermedades por exceso de alcohol

El dolor puede ser también la consecuencia de alguna enfermedad causada por el consumo excesivo de alcohol, como la pancreatitis alcohólica (inflamación del páncreas); la hepatitis alcohólica (inflamación del hígado); el dolor de estómago de la gastritis alcohólica; el dolor de los cánceres de la boca, faringe, esófago e intestino grueso; de la osteoporosis o de la polineuropatía. Enfermedades que pueden ser causadas por el consumo excesivo y continuado de alcohol. Y también el dolor producido por las lesiones, heridas y fracturas, que pueden ser consecuencia de un “atracón” de bebida.

Además, tomar una cerveza produce un aumento del deseo de tomar otra cerveza, otra bebida alcohólica más fuerte u otras drogas. Este efecto es debido a que la cerveza no produce saciedad sino más bien un efecto apetitivo que incita a seguir bebiendo. Este efecto es mucho más acusado para las personas que han desarrollado una adicción a las bebidas alcohólicas. Es la causa de muchas recaídas en personas que se encontraban en recuperación del alcoholismo, incluso tras varios años de abstención continuada de alcohol.

Muchas personas que han desarrollado una adicción al alcohol consumen sólo cerveza o bien cerveza asociada a otras bebidas alcohólicas, debido a que unas y otras son potencialmente adictivas, es decir, que pueden contribuir al desarrollo de adicción al alcohol o alcoholismo.

Adicción al alcohol

La persona que ha desarrollado una adicción al alcohol NECESITA mantener un consumo excesivo de alcohol, a pesar de haber sufrido reiteradamente sus consecuencias negativas, debido a que NO PUEDE EVITAR seguir bebiendo en exceso. Tiene dificultades para controlar las cantidades de alcohol que ingiere y, en cuanto toma una primera copa, experimenta un deseo intenso de seguir bebiendo rápidamente, con dificultad para detener el consumo, acaba bebiendo en exceso y esto le ocasiona consecuencias negativas (inmediatas y a largo plazo). Es decir, necesita beber alcohol y no puede evitar las consecuencias negativas reiteradas de sus episodios de consumo excesivo de alcohol.

La persona que ha desarrollado una adicción al alcohol puede dejar de beber sin haber hecho un tratamiento, pero el día que vuelva a tomar una copa volverá a perder el control, acabará bebiendo en exceso y volverá a sufrir las mismas consecuencias negativas. Requiere por tanto un tratamiento especializado si quiere recuperarse de su adicción.

Por todo ello, los mensajes simplistas de que el alcohol puede tener algún beneficio para la salud, se convierten en engañosos cuando se descontextualizan del elevado número de enfermedades y lesiones que puede llegar a causar el consumo excesivo de alcohol, o bien del riesgo a desarrollar una adicción al alcohol.

Contenido calórico

Además, la cerveza y las bebidas alcohólicas tienen un elevado contenido calórico. Es decir que no sólo no ayuda a quitar la sed ni el calor, sino que además contribuyen a ganar peso. Un botellín pequeño de cerveza (250 centímetros cúbicos) contiene unos 10 gramos de alcohol, una botella de 300 centímetros cúbicos contiene 12 gramos de alcohol y, si es de una cerveza de 7 grados, contiene 14 gramos de alcohol. Es decir, casi la misma cantidad que una copa de licor o que un combinado.

Pues bien, una sola copa de cerveza al día aumenta un 7% el riesgo de cáncer del intestino grueso y también el de cáncer de mama en mujeres. Y cuanto mayor es el número de consumiciones (de contenido alcohólico) que una persona toma cada día, mayor es también el riesgo de dichos cánceres. Algunas personas pueden pensar que es una proporción pequeña, pero conviene tener en cuenta que este riesgo se va a sumar a la predisposición genética de cáncer que cada persona puede tener y también a un determinado estilo de vida, que puede aumentarlo también, sobretodo en personas mayores.

Además, cualquier consumo de alcohol supone un riesgo para el bebé, en las mujeres en edad fértil. En primer lugar, un consumo excesivo de alcohol puede favorecer la desinhibición sexual y aumentar el riesgo de tener actividad sexual sin protección, lo cual aumenta el riesgo de embarazo. Una mujer puede tardar varias semanas en saber que está embarazada y su consumo de alcohol durante el embarazo puede causar un síndrome alcohólico fetal en el futuro bebé. El síndrome alcohólico fetal cursa con malformaciones diversas y retraso mental. Son consecuencias irreversibles e incurables, que el bebé y sus cuidadores sufrirán durante toda su vida. Y cualquier consumo de cerveza, durante el embarazo, puede provocarlo.

Desmontando el bulo

Existen pocas evidencias científicas bien contrastadas que demuestren que el consumo de cerveza puede ser bueno para aliviar el dolor. Sin embargo, existen muchas que han confirmado reiteradamente las consecuencias negativas del consumo excesivo de cerveza, y además algunas de ellas pueden ir asociadas a padecer dolor.

Además, el consumo excesivo de cerveza aumenta el riesgo de muy diversas consecuencias negativas sobre la salud y el bienestar, tanto para la persona que bebe alcohol en exceso, como para las personas que conviven con él o con ella.

Conclusión

En el supuesto de que la cerveza pudiera tener algún beneficio y, ante la evidencia de que el alcohol que contienen las cervezas tiene claros efectos perjudiciales, si una persona decide tomar una cerveza mejor que sea sin alcohol. Aún así tendrá todavía el inconveniente de que le va a aportar unas calorías que se superponen a la comida y a las bebidas azucarada. Por lo que puede ganar peso o bien impedir que lo pierda, si está intentando adelgazar.

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